@article{medina, title={DERECHOS LABORALES DE LOS TRABAJADORES DE LA SALUD}, abstractNote={Se ha vuelto reiterativo el reclamo de los trabajadores de la salud ante la forma como son ultrajados en el ejercicio de su profesión. Iniciemos por el inadecuado aporte de insumos a los organis-mos de atención. Por culpa de la funesta ley 100, son bien co-nocidas las mezquinas condiciones de trabajo en los diferentes hospitales, sobre todo los públicos. Cuando la salud se proyectó como una prestación básica, pasó a ser un negocio lucrativo y no un programa de protección. Agreguemos la conversión en nido de clientelismo por parte de politiqueros deshonestos, quienes coparon con descarado nepotismo, las directivas de las EPS. Debido a la codicia por el enriquecimiento ilícito, sa-quearon las arcas destinadas, preferencialmente, al cuidado de la población marginada, ocasionando la actual crisis financiera de los centros hospitalarios. Dadas las implicaciones legales y éticas, la protesta es un re-curso vedado a médicos y demás trabajadores. Esto permite su explotación descarada: violación de la autonomía profesional, restricciones en la solicitud de procedimientos, de pruebas diagnósticas y prescripción de medicamentos. Además, contra-taciones leoninas, recarga de horarios, de pacientes por aten-der y demora en el pago de salarios; son algunos de los abusos que enmarcan el ambiente laboral de la medicina. Es execrable la violencia contra el personal en turno, la Asocia-ción Colombiana de Clínicas y Hospitales realizó una encuesta sobre agresiones en las urgencias de 56 IPS y encontró que 15 de cada 100 médicos, fueron objeto de agresiones verbales o fí-sicas. Los más afectados son los auxiliares de enfermería con el 40 % de las agresiones, seguidos por los médicos generales (25 %), enfermeras (16 %) y médicos especialistas (6 %). También los vigilantes (17 %), las auxiliares de servicios generales (7,7 %) y las recepcionistas (5,5 %). No figuran las filmaciones amenazantes de los disgustados pacientes. Ni la criminalización por supuestos errores diagnós-ticos, penalizando al profesional con cárcel y multas, como si fuera un despiadado forajido; mientras que los verdaderos de-lincuentes de cuello blanco, se solazan en los festines de la im-punidad. A esto hay que agregarle las demandas-banquete para los abogados-por presunta negligencia asistencial; cuando la inoperancia de las EPS en el traslado de pacientes a un nivel de complejidad óptimo, es la causa primordial. Todos estos vejámenes tienen orígenes diversos: la burocracia y el paquidérmico trámite en la aprobación de las autorizacio-nes de servicio, que vulnera al paciente e invita al mal uso del sistema. La carencia de campañas educativas tendientes a socia-lizar el uso correcto de la red sanitaria, el traslado de la consul-ta ambulatoria a las urgencias, con el consecuente colapso por sobrecupo, desencadena actitudes violentas de los usuarios por la demora en la atención. Además,, el desconocimiento del algo-ritmo de selección, el cual clasifica la inmediatez del auxilio por la gravedad del enfermo y no por orden de llegada, empeora el escenario. Una solución ecuánime es reformar el actual sistema, donde prevalezca la prevención de enfermedades y la promoción de estilos de vida saludable, antes que la tendencia curativa pre-dominante. También, es necesaria la pedagogía sobre el fun-cionamiento y buen uso, por parte de los afiliados, de las IPS, la aprobación ágil de las determinaciones médicas, La equidad en la escala de salarios y las formas de vinculación laboral del recurso humano. Los agentes de la salud también requieren un bienestar integral, ahora son simples asalariados, debido a la amalgama trabajo-remuneración que se genera para llevar una vida digna. Se per-dió el apostolado altruista de antaño, más ahora cuando esto de los doce apóstoles en Colombia, es sinónimo de delincuencia. Publicada en el diario El Liberal de Popayán _________________________________ * Médico Pediatra, profesor jubilado. Universidad del Cauca}, author={Medina} }